En los próximos años, la tecnología, como ya lo está haciendo, cambiará la ciudad y, especialmente, la manera cómo la entendemos. Ya vemos como en los últimos 5 años el celular y las redes Wi Fi han transformado radicalmente las comunicaciones y el acceso a la información.
Antes abríamos las Páginas Amarillas. Ahora lo más natural es buscar el sitio web correspondiente y de paso saber toda la gama de servicios que ofrecen, y, además, obtener un mapa para imprimir, bajar al computador, al teléfono o a la Palm. En el futuro muy próximo las aplicaciones de estas tecnologías y otras provocarán cambios aún mayores que harán de la ciudad un proceso sostenible en el tiempo para ser entregado en mejores condiciones a las nuevas generaciones. Las tecnologías basadas en los GPS (geographic positioning system), por ejemplo, están llamadas a optimizar muchas funciones de la ciudad. Desde luego el control de las flotas de transporte público o de servicios como ambulancias o los camiones de recolección de desechos, y las posibilidades de optimizar recorridos. Esto ya se hace en el sector privado pero falta un cierto convencimiento en el sector público.
Otra tecnología que ya está pero también espera que las autoridades la comprendan mejor es aquella relacionada con los sistemas de información geográfica (SIG) y sus nexos con bases de información urbana. Mediante ellos podemos llevar un control de la manera como los fenómenos se dan en la ciudad y usarlos para definir déficits o distribuir beneficios. Por ejemplo, nos pueden ayudar a hacer más eficiente la distribución de los servicios y equipamientos urbanos, confrontando, por ejemplo, su ubicación con las líneas de autobuses, con las densidades de población y con cualquiera otra condición relevante. También para ayudar a tomar decisiones de proyectos inmobiliarios de acuerdo a tipos de suelo, proximidades a equipamientos, calidad del entorno, vecinos, etc. Vinculadas a los SIG, a los GPS y a múltiples fuentes de información creo podríamos aspirar a crear una Ciudad Educativa que tenga muchos puntos de acceso a la información sobre aquello que necesitamos o sobre los recursos que se nos ofrecen.
Se me ocurre que se hará grandes esfuerzos por tecnologizar el transporte público mediante mejores buses y mejores comunicaciones en el sistema. Creo que se estudiará mucho mejor las áreas verdes. Entenderemos mejor las necesidades de recreación al aire libre y seremos capaces de categorías más finas de análisis. De manera que podremos aplicar tecnología para hacer juegos infantiles más seguros y más interesantes, y adecuados para grupos específicos de edad e intereses. Podremos aplicar la tecnología a la producción de las mejores flores, los mejores céspedes para adaptarlos al entorno urbano
Si tuviésemos ciudades enteras en realidad virtual, como hace nuestro Laboratorio de Estudios Urbanos con Concepción, podríamos recorrerlas, comprar en tiendas virtuales, entrar virtualmente al supermercado y elegir la fruta sabiendo su procedencia y fecha de cosecha; podríamos ver virtualmente el barrio y la casa que nos ofrecen en el periódico; podríamos estudiar desde diversos ángulos la escena de un accidente y recrear el accidente mismo, podríamos brindar mejores herramientas de visualización de transformaciones urbanas propuestas para la decisión del los profesionales y las autoridades y se podría involucrar mejor a la ciudadanía.
Hay mucho por investigar en esta área. Estoy cierto que al lector se le ocurren de inmediato otros usos para nuevas tecnologías. Se me ocurre la aplicación de pequeños aviones a control remoto armados de cámaras que lleguen al sitio del suceso en un santiamén, nuevos pavimentos, aceras deslizantes, ríos navegables, reciclado de desechos, etc. Las tecnologías mencionadas ya existen y se usan en varios ámbitos. Hace falta cambiar la forma en que se comprende la ciudad para adoptarlas y dar un salto cualitativo en la manera cómo esta nos sirve para el desarrollo personal.Es cuestión de soñar, pero en serio.
Autor: Roberto Lira Olmo